En el tsunami de consejos y recomendaciones que recibimos los padres y las madres de todo el mundo, uno de los más truculentos suele ser "Hágase amigo de sus hijos".
Es truculento, porque surge del sentido común... de lo que queríamos y pensábamos cuando aún no éramos papás, pero queríamos una mejor relación con los nuestros. Es truculento, porque vemos algunos casos entre nuestros amigos en los que pareciera que la premisa se cumple, y es truculento porque lo hemos visto recomendado por expertos de todos los colores y sabores en los medios de comunicación masiva. Pero si todo esto parece congruente ¿dónde está el truco?
Disfrutar con los hijos, y ser los amigos de los hijos no es lo mismo |
El truco está en las necesidades de sus hijos. Recordemos que el proceso de crianza es aquel en el que un adulto de la especie acompaña a la cría hasta que esta logra separarse y valerse por sí misma en el ecosistema en el que se desarrolla. Este principio es tan cierto en Animal Planet (R) como en la familia de cualquiera de nosotros, e implica un proceso de socialización que se mueve en dos niveles: por un lado, el contacto con los pares, es decir individuos de la misma edad con los que juega, pelea, y se entrena; y el manejo de la autoridad.
Al igual que la mayoría de los mamíferos, los seres humanos somos animales de manada, y en toda manada (la nuestra se llama comunidad) los miembros deben someterse a ciertas reglas, jerarquías, y un orden social. Esta capacidad para desarrollarse como parte de la comunidad, es el nivel de socialización al que nos referimos cuando hablamos del manejo de la autoridad, aún y cuando nuestro objetivo sea el de formar nuevos "alfas" para nuestra "manada" global. Este es un proceso que se da de forma natural, sea de manera estructurada o "por la libre" de acuerdo a las circunstancias particulares de la vida de cada persona. En otras palabras, sea por la buenas o por las malas, la sociedad enseña a cada uno de sus miembros a ajustarse al orden social establecido.
Si bien la tradición dicta que los llamados a dirigir el proceso de socialización a este nivel son los padres del menor, en general podemos decir que lo importante aquí no es el bailarín, sino que alguien se ponga los zapatos. Es decir, que si los padres no asumen su lugar como autoridad encargada de "entrenar" al niño en los procesos sociales, alguien más lo hará, sea por defecto o porque el mismo joven termina buscando figuras que suplan las funciones que no fueron atendidas durante su proceso de socialización.
Tomando en cuenta lo anterior, podemos entonces concluir que si bien es cierto que una buena relación entre los padres y los hijos facilita muchísimo las cosas para ambos, lo cierto es que en el largo plazo, el que los padres abandonen su función de formadores para ser "un amigo más" (aunque logren ser el mejor o la mejor de todas) no solo no facilita las cosas, sino que termina por poner a los hijos en riesgos innecesarios y situaciones bastante incómodas. En mi experiencia como terapeuta familiar y trabajando con población menor de edad, puedo decir además, que aquellas familias en las que desde fuera parece que los padres y los hijos son más amigos suelen ser las familias en donde el lugar y las funciones de cada uno de los miembros está claro, se respeta el derecho de los menores a tener sus propios amigos, y los padres son figuras accesibles con los cuales se puede disfrutar y mantener una comunicación clara y abierta, conservando siempre su autoridad y lugar como guía en el proceso de socialización.
Que tu familia te Bendiga.
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