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Herramienta para padres # 25: La Expectativa

La serie de entradas de "Herramientas para Padres" (son más de 50) tiene por objetivo evaluar de manera objetiva (o lo más objetiva posible) todas aquellas estrategias, planes y programas de los que disponemos las madres y padres de familia para guiar a nuestros hijos durante sus años de preparación e incursión a la vida adulta, sin satanizar ni favorecer ninguna, buscando siempre reconocer las ventajas y desventajas de cada una de ellas. En ningún momento se pretende decirle a los padres cómo criar a sus hijos, pero sí brindarles una perspectiva lo más amplia posible para evaluar y corregir (si es del caso) la situación actual de sus hijos. La información consignada en estas entradas, no pretende ser exhaustiva, ni absoluta, y refleja únicamente la opinión del autor a partir de la experiencia lograda a lo largo de más de 15 años trabajando con familias de niños, adolescentes y adultos jóvenes.


Herramienta para padres #25:  La Expectativa

Las “expectativas” son una herramienta que usamos todos los padres y madres del planeta, aún y cuando no estemos conscientes de ello.  El truco está en intentar hacerlo un proceso consciente, y tener presentes los riesgos del abuso o la mala aplicación de la estrategia.
Las definiciones que nos propone la RAE, refieren que “expectativa” significa:
1. Esperanza de realizar o conseguir algo.
2. Posibilidad razonable de que algo suceda.



En ambos casos estamos hablando de expectativa como una anticipación informada, o la espera ansiosa de aquello que yo logré visualizar en el futuro.

En efecto, la expectativa que los padres manejamos sobre nuestros hijos reflejan la fe que tenemos sobre su potencial. 

Existe no obstante, un error de concepto que equipara las palabras "expectativa" con "demanda" u "orden".  Este error se pone en evidencia en frases como "Yo le dejo muy claras cuáles son mis expectativas (condiciones), para que así ella sepa a qué atenerse", que lo único que logran es convertir la relación con nuestros hijos en un juego de poder que apunta a reafirmar la supremacía adulta (no recomendable).
Como técnica de crianza la "expectativa" es muy valiosa, pero para aplicarla tenemos que tener en cuenta que:
1. Se refiere a lo positivo que vemos en nuestros hijos aún y cuándo los demás (o ellos mismos) no sean capaces de verlo, jamás a la ansiedad de ver cómo se cumplen mis órdenes.
2. La expectativa no es algo que se puede comunicar en palabras (cuando mucho, éstas sirven para aclararla, pero jamás para definirla).
3. La expectativa no es algo que expresamos, sino algo que nuestros hijos "agarran en el aire", es decir una conclusión propia que sacan. 
¿Cómo les comunicamos nuestras expectativas?
1.       En los mensajes implícitos de las cosas que hacemos y les decimos. 
Por ejemplo, cuando mi hijo se enfrenta a una situación cualquiera, mi reacción como padre puede comunicarle que definitivamente es incapaz de hacer lo que hay que hacer (por lo tanto yo tengo que hacerlo por él), o puede comunicarle que no confío en que sea capaz (reacciono con sorpresa y desconfianza, y durante el proceso estoy constantemente verificando que lo esté haciendo bien -como yo lo haría-), o puede comunicarle que no me cabe la menor duda que es capaz de realizar la tarea (no me sorprendo, y le deseo buena suerte).

2. En las comparaciones y estereotipos que manejamos sobre su conducta. Alguna vez la madre de uno de mis pacientes por ejemplo, decía confiar en la capacidad de su hijo (de 17 años) para enfrentarse al mundo, pero no le permitía montarse sólo en un bus público.

3. En las cosas que les pedimos o les permitimos ayudarnos.  Nada le dice a un muchacho que confiamos en él como el propio gesto de asignarle una tarea, que de poder, haríamos por nosotros mismos. Cuando a un niño en edad escolar le permitimos desplazarse solo por el supermercado, le estamos dando el mensaje directo de que ya le consideramos un niño grande capaz de asumir una responsabilidad, y cuidarse solo.



Los riesgos de la expectativa
Cuando la expectativa no se utiliza de forma correcta, cuando se equipara a la memorización de las normas impuestas por el adulto, cuando son irreales, y van mucho más allá de lo que el hijo es capaz de lograr, las expectativas se convierten en el más letal asesino de la autoestima.

Un niño que a lo largo de su infancia o adolescencia se enfrenta a expectativas inadecuadas, tiene muchísimas más posibilidades de desarrollar sentimientos de inadecuación y rechazo, problemas de vinculación con amigos íntimos o pareja, consumo y abuso de drogas, actividad sexual precoz, depresión e ideación suicida.

Ventajas

Bien utilizadas, por el otro lado, las expectativas se pueden convertir en excelentes vitaminas para la autoestima, fortaleciendo la autoimagen, y brindándole sentimientos de pertinencia, control, y propósito en su vida.

Que su familia le Bendiga.

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